sábado, 21 de enero de 2012

El curioso destino de la Tasa Tobin, desde los altermundistas hasta los liberales

Aline Leclerc – Le Monde.Fr

Reivindicada antes por el altermundialismo, el impuesto a las transacciones financieras está actualmente promovido por los gobiernos liberales. (Reuters/Eric Gaillard)

“Es necesario que las finanzas participen en la reparación de los daños que han provocado. Es necesario poner en marcha el impuesto a las transacciones financieras”. Tras sus augurios del sábado 31 de diciembre a los franceses, Nicolas Sarkozy mencionó la creación de un impuesto inspirado en la Tasa Tobin como una de las últimas reformas de su mandato. “Antes de fines del mes de enero tomaré una decisión para Francia relacionada con el impuesto sobre las transacciones financieras”, insistió el viernes 6 de enero el consejero especial del presidente de la República Henri Guaino. Recordando al mismo tiempo que Francia esperaba “una decisión de Bruselas” sobre dicho tema.

Curioso destino el de este impuesto, imaginado en 1972 por un economista liberal en los EE.UU., popularizado por los altermundistas de Attac (Asociación para la Tasación de las Transacciones financieras y para la Acción Ciudadana) e impulsada por los socialistas europeos, antes de llegar a ser hoy defendida por gobiernos liberales como los de Merkel y Sarkozy.

1972: Sus orígenes, el economista liberal norteamericano James Tobin

En agosto de 1971, el presidente estadounidense Richard Nixon, decidió abolir la convertibilidad del dólar en oro, dando así fin al sistema monetario internacional establecido en 1944 por los acuerdos de Bretton Woods que garantizaban una gran estabilidad para las tasas de cambio. Fue en ese contexto en el que profesor de economía norteamericano James Tobin planteó en una conferencia pronunciada en la Universidad de Princeton la idea de aplicar un impuesto muy pequeño (entre el 0,05% y el 0,2%) a las transacciones financieras, lo que permitiría “arrojar algunos granos de arena en los engranajes de las finanzas internacionales”, es decir, limitar la inestabilidad de los mercados financieros frenando el desarrollo de la especulación a corto plazo. En 1981 recibió el premio Nobel de economía.

1984: La experiencia sueca

En 1984 Suecia aplicó un impuesto del 0,5% sobre las transacciones financieras en mercado de acciones. Dicho impuesto fue duplicado en 1986 y posteriormente ampliado al mercado de las obligaciones. Pero la experiencia fracasó: los ingresos generados por este impuesto fueron decepcionantes porque el impuesto provocaba la huída de los capitales hacia el exterior, hacia las Bolsas de Londres y de Nueva York o a localizaciones “offshore”. La experiencia fue abandonada en 1990. Muchos economistas la siguen citando como prueba de que el establecimiento de ese tipo de impuestos por un solo país está condenado al fracaso.

1992-1995: Regreso del impuesto tras las crisis europea y mejicana

El impuesto se vio actualizado a mediados de los años 90, tras la primera crisis del sistema monetario europeo en 1992 y posteriormente del peso mejicano en 1994. En aquellos años el presidente socialista François Mitterrand relanza la idea en la cumbre social de Copenhage y es nuevamente mencionada más tarde durante el G7 en Halifax. La inclusión de un impuesto a las transacciones financieras aparece inmediatamente en el programa del candidato socialista Lionel Jospin en las elecciones presidenciales de 1995, reinstalado por Jacques Chirac (RPR).
La asociación Attac propugna desde su creación, en 1998, el establecimiento de un impuesto a los flujos financieros.

1997-2001: Attac contra James Tobin

En diciembre de 1997, el periodista Ignacio Ramonet publica un editorial en Le Monde diplomatique titulado “Desarmemos los mercados” en el que estima que fiscalizar impositivamente los ingresos financieros es “una mínima exigencia democrática”. Según él, la aplicación de un impuesto de esa naturaleza “terminaría con el credo liberal de todos aquellos que no cesan de mencionar la inexistencia de un recambio para el sistema actual”. Se trata de un impuesto “solidario”, aún módico (0,1%), que generaría colosales ingresos con los que se podría “erradicar la pobreza extrema antes de comienzos de siglo”. Concluye sugiriendo la creación la “organización no gubernamental de Acción por una Tasa Tobin para Ayuda a los Ciudadanos (Attac) a escala planetaria”. Así fue como un día de 1998 nació el movimiento Attac (Asociación para la Tasación de las Transacciones financieras y para la Acción Ciudadana) y se convirtió en la punta de lanza de la puesta en marcha del impuesto y de un nuevo movimiento planetario, “el altermundismo”.

Una manifestación anti-G8 en Génova, el 23 de julio de 2001.

En julio de 2001, se lleva a cabo la cumbre del G8 en Génova, Italia. Los altermundistas organizan una contra cumbre y se producen importantes manifestaciones en las calles de la ciudad. Algunas manifestaciones degeneran en motines severamente reprimidos por las fuerzas del orden. Muere un joven manifestante.

El acontecimiento mueve a James Tobin, el economista liberal inventor del impuesto a salir de su mutismo. En una entrevista concedida al diario alemán Der Spiegel, critica a los altermundistas que “malversan (su) nombre”. “No tengo nada en común con esos que tiran piedras contra la globalización”, subraya el economista, que opina que movimientos como Attac “hablan de buenos sentimientos pero piensan mal”. Para el señor Tobin la mayoría de los militantes antiglobalización tiene por principal objetivo combatir la expansión del libre mercado, mientras que él se considera “un partidario del libre comercio”

1997-2001: El vals de la duda de Lionel Jospin.

En 1997, tras la disolución de la Asamblea Nacional, la izquierda gana las elecciones en Francia y Lionel Jospin, asume su papel como primer ministro. Pero el impuesto que defendiera dos años antes queda en el olvido.

Dominique Strauss-Kahn, ministro de Finanzas en la época no está de acuerdo: un documento burocrático de Bercy, incluye un estudio oficial en que lo critica firmemente.

En un debate televisado en 1999, quién se opone abiertamente al primer secretario del PS, François Hollande, es Nicolás Sarkozy quién fustiga el “absurdo” de fiscalizar impositivamente las transacciones financieras “Si lo hacemos en Francia vamos a tener decenas de miles de desocupados

Se cree que el impuesto ha sido definitivamente enterrado. Pero algunos meses antes de una nueva elección presidencial, Lionel Jospin lo saca a colación en agosto de 2001 con ocasión de una entrevista en la TF1. Jospin “se confiesa favorable a que Francia proponga a la Unión europea tomar la iniciativa (sobre un impuesto a las transacciones financieras) en el plano internacional”. Algunos días después su homólogo alemán del SPD, Gerhard Schröder llama a iniciar un debate europeo sobre el control de los flujos financieros especulativos.

En noviembre de 2001, en Francia, la asamblea nacional sanciona un principio de impuesto sobre las transacciones en el mercado de divisas pero a condición de que no entre en vigor hasta tanto los demás países de la UE. adopten una medida idéntica. El impuesto vuelve a caer en el olvido en el 2002 con la victoria de Jacques Chirac en las elecciones presidenciales de la República.

2006: El impuesto se dirige hacia la derecha

Pero la derecha poco a poco toma el tema en sus manos. En 2006 el jefe de Estado da un paso adelante: lograr establecer un impuesto perenne sobre los pasajes aéreos, adoptado por 27 países (que generó 180 millones de euros adicionales a la ayuda francesa al desarrollo). En 2007 se da un paso más: el ministro de Asuntos Extranjeros Nernard Kouchner vuelve a lanzar la idea de establecer un impuesto sobre las transacciones financieras y defiende la idea de realizar una retención “indolora del 0,005% que reportaría unos 30 mil millones por año.

2008: Una nueva crisis financiera, esta vez mundial, mezcla las cartas

En septiembre de 2008, la quiebra del banco estadounidense Lehman Brothers marca el comienzo de la crisis de las llamadas “subprimes ” y reaparece de nuevo la crítica hacia las finanzas internacionales y la especulación. En agosto de 2009 el posicionamiento de Adair Turner, jefe de la autoridad británica de los servicios financieros (FSA), una especie de gendarme de la City, y antiguo jefe de los patrones británicos a favor del impuesto, genera un nuevo cambio.

En noviembre de 2009, Gordon Brown, antiguo primer ministro, se muestra dispuesto a analizar la puesta en marcha de la Tasa Tobin sobre las transacciones financieras

En plena tormenta financiera, el impuesto surge de nuevo en el G20 de las finanzas en noviembre de 2009 en el que el ministro laborista británico, Gordon Brown, que se considera favorable, con el objeto de precaverse contra nuevas pérdidas record de los bancos. El G20 de las finanzas solicita al fondo Monetario Internacional (FMI) que acelere el análisis sobre la factibilidad de dicho impuesto. Pero Dominique Strauss-Khan que a asumido la titularidad del organismo internacional continúa estando en contra de un impuesto que juzga simplista y muy difícil de instalar. Los EE.UU. y los mercados financieros se mantienen en contra. El Fondo se pronunció finalmente por un impuesto a las empresas financieras que no prosperó.

2011: Por un impuesto circunscripto a la zona euro

La ampliación de la crisis griega a toda la zona euro sigue ampliando el círculo de partidarios. En junio de 2011, la Comisión europea propone a su vez la introducción de un impuesto a las transacciones financieras a partir de 2014 destinado a nutrir el presupuesto de la Unión europea.

En una reunión en el Elíseo con Nicolás Sarkozy la canciller alemana, Angela Merkel declara que fiscalizar las transacciones financieras es una “necesidad evidente”.

En agosto, anuncian una próxima iniciativa franco-alemana sobre el tema. Sus declaraciones provocan una brutal caída de las acciones del grupo NYSE-Euronext, que maneja las Bolsas de Nueva York, Paris, Bruselas, Amsterdam, Lisboa y Porto. La city, el NYSE y el presidente del Banco Central europeo renuevan su hostilidad hacia un impuesto de estas características en Europa, temiendo como en el ejemplo sueco una huída de capitales en el momento en que Europa atraviesa un nuevo periodo de turbulencias financieras.

En noviembre Nicolás Sarkozy se convierte en el heraldo de la Tasa Tobin en el G20 en Cannes. “Un impuesto sobre las transacciones financieras es técnicamente posible, financieramente indispensable, moralmente insoslayable” asegura el jefe de estado. La tasa recibe especialmente el apoyo de argentina y de Sudáfrica pero una gran cantidad de países se mantienen esquivamente en contra, especialmente los EE.UU. y China. La iniciativa pareciera estar en un impás a nivel mundial, el Reino Unido – preocupado por la plaza financiera londinense – y Suecia -escaldada por su experiencia de 1984 tampoco la quiere, de modo que la idea pareciera circunscribirse a un impuesto para la zona euro.

A mitad de diciembre, el ministro de economía François Baroin, anuncia para el 23 de enero de 2012 una “contribución” franco-alemana por un impuesto que estará operativo en 2013. El 31 de diciembre Nicolas Sarkozy la menciona en sus augurios y sugiere su rápida aprobación, antes del término de su mandato. El viernes 5 de enero Henri Guaino promete anunciar la decisión francesa sobre el impuesto antes de fin de mes.

“¿Marcará 2012 el fin del euro? Pues ya que lo pregunta, le diré que no lo creo”, respondía el día de Reyes Christine Lagarde, la directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), a quien en Sudáfrica se inquiría por la suerte de la moneda única. Lagarde no cree que el euro se vaya a estrellar. ¿Tranquilidad, pues? Tampoco. “2012 no va ser un paseo, sino un año de esfuerzos y de concentración, con una combinación de problemas, el primero de ellos la crisis europea”, continuó la jefa del FMI.

Pasado el receso navideño, los líderes europeos se lanzan a la arena para hacer bueno el pronóstico de Lagarde y responder a sus inquietudes. El presidente francés, Nicolas Sarkozy, y la canciller alemana, Angela Merkel, almuerzan hoy en Berlín para tratar de poner orden en la cacofonía comunitaria, que les ve a ambos en discordancia sobre tantos temas. Ahora, sobre la tasa en las transacciones financieras, asunto en el que la Italia de Mario Monti se alinea con Merkel frente a Sarkozy, al tiempo que se alía con Sarkozy frente a Merkel en lo relativo al activismo del Banco Central Europeo (BCE) en la crisis. Desde fuera, Reino Unido de David Cameron dice que vetará cualquier intento de imponer semejante gravamen a escala comunitaria si el resto del mundo no acepta la misma medida.

La cita berlinesa es la primera del directorio germano-francés en 2012 para concertar posiciones ante el Consejo Europeo del próximo día 30, llamado a aprobar el nuevo tratado que constitucionaliza el rigor y la disciplina presupuestaria en la Unión, conforme al acuerdo político alcanzado hace un mes en Bruselas por todos los socios menos Reino Unido. Ya el viernes, Sarkozy recibió a Monti en el Elíseo, lo mismo que hará Merkel el miércoles en la Cancillería, antes de que el trío se reúna el día 20 en Roma para unificar el frente que las tres primeras economías de la eurozona presentarán a los demás a finales de mes.

Tensiones en el frente

Ahora mismo el frente presenta fisuras y tensiones, como apunta Lagarde, para quien el euro no es el mayor problema. “Es una divisa joven y sólida”, dice a quien la quiera escuchar. “En la eurozona hay serias presiones y problemas pendientes, pero no en relación con la divisa, sino sobre la deuda soberana o la fortaleza del sistema bancario”.

La crisis europea tiene facetas y actores suficientes como para que en cada momento el foco esté puesto en alguno de ellos, dejando en un engañoso segundo plano a todos los demás. Y por si no fueran bastantes los obvios, irrumpen inesperadamente otros. Sobre la mesa del almuerzo de hoy ha caído de forma imprevista la cuestión del gravamen a las transacciones financieras, con Sarkozy empeñado en aprobarlo de forma unilateral en Consejo de Ministros este mes para que entre en vigor este año en Francia.

El principio político fue adoptado en septiembre por la UE (0,1% en las operaciones con bonos y de Bolsa; 0,01%, para derivados) como medida para poner coto a la especulación y, de paso, atraer fondos a las arcas públicas. El proyecto dormía el sueño de los justos hasta que Sarkozy ha dado un paso adelante. Merkel, la gran valedora de la idea, y Monti se han visto sorprendidos por la iniciativa francesa, y creen que la decisión debe aplicarse en el conjunto de toda la UE.

Consenso

“Francia no esperará que todos los demás estén de acuerdo”, insiste Sarkozy. “Alemania se mantiene en su idea de que la tasa se instaure en toda la Unión”, responde un portavoz de Berlín. “Los países no deben ir en solitario en la aplicación de este impuesto”, tercia Monti.

París Europlace, que agrupa a las sociedades financieras en Francia, se opone a las exigencias del Elíseo por considerar que desviaría negocio a Londres, donde la City, primera plaza financiera de Europa, teme que semejante impuesto lleve a bancos, aseguradoras y otras sociedades de gestión a otras latitudes más comprensivas. “Los franceses son muy libres de hacer lo que quieran y aplicar el impuesto en Francia”, replica David Cameron, haciéndose eco de las objeciones de la City. “Pero no me parece muy buena idea el imponer un impuesto europeo que no existe en ninguna otra parte del mundo. Lo bloquearemos”. La política fiscal funciona por unanimidad en la UE y el veto británico sería decisivo.

Merkel y Sarkozy también debatirán el lunes sobre el tratado que deben aprobar los líderes el día 30 para instaurar en la UE la regla de oro de la absoluta disciplina presupuestaria. La Comisión ha presentado ideas que retocan las anunciadas a finales de año por Herman van Rompuy, presidente del Consejo Europeo. El Ejecutivo comunitario dice que, además del principio de la disciplina presupuestaria, hay que potenciar el crecimiento económico y la cohesión social de Europa. Y también reclama más atribuciones para sí, en particular la de enviar al Tribunal de Justicia de la UE al socio que no respete la disciplina presupuestaria.

“En la próxima gobernanza económica de la Unión la responsabilidad corresponde a los jefes de Estado y de Gobierno”, expone Sarkozy, dispuesto a no ceder un ápice. “Ni una sola nueva competencia va a pasar a ninguna autoridad supranacional”, agrega en referencia expresa a la Comisión, el BCE o el Tribunal de Justicia. Como pronostica Lagarde, 2012 requerirá muchos esfuerzos para responder a la crisis europea.

Traducción de Susana Merino

Fuente: Rebelión


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